Señoras y señores hoy trataremos del imperialismo (II)

El taxista que nos llevaba al nuevo y bonito aeropuerto de Montevideo tenía ganas de conversar y eso no hay que desperdiciarlo. Unas cuantas preguntas de tanteo hicieron que se soltara y comenzara a hablar ante mi atenta mirada.

- Cómo va a ir bien el país si está gobernado por un ladrón de bancos. Decía en alusión al pasado ex-guerrillero tupamaro de Mujica, el actual presidente del país.

Quedaba claro que no era un hombre de izquierdas y pese a ello, o a lo mejor por ello, me interesé más en lo que tenía que decir. Tras un buen rato hablando, y tras notar que sabía aceptar las cosas buenas que había hecho el presidente, le pregunté por su trabajo.

- ¿Es tuyo el taxi o trabajas para otro? La respuesta era evidente pero yo no esperaba una evidencia tan desoladora.

No era suyo. Trabaja 12 horas (de 03:00 a 15:00) y luego un segundo taxista continuaba, 12 horas más, haciendo incesantes carreras al antiguo coche. El dueño era un español que tenía otros 12 taxis trabajando para él.

Ya llegando al aeropuerto, cuando me disponía a pagar, me atreví a preguntarle cuánto dinero iba a ver él de lo que le estaban dando.

- El 30%, el resto se lo queda el español. Y pese a todo decía que era un afortunado del trabajo que tenía.

Con muy poco se conformaba el taxista y a la vez con mucho en comparación con otros. Si los taxis fueran una compañía del Estado, en vez de un extranjero, y recibiera un sueldo fijo mensual, en vez de las migajas de su trabajo, y una jornada laboral digna, en vez de una explotación, otro gallo cantaría por esta zona. Estaría dispuesto a aceptar que el taxi fuera propiedad privada del trabajador y que su jornal fuera el que hubiera trabajado pero no, las cosas por aquí no funcionan así. Celebramos el bicentenario de las independencias sin ser conscientes que el capitalismo ha desarrollado el mejor de los imperialismos posibles a lo largo de la historia, ese que no necesita gobiernos extranjeros para explotar al pobre.

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